sábado, 13 de diciembre de 2008

¿Que tal es mamar hielo del pecho del amor?

Existe un vino, conocido como "vino de hielo". Su nombre viene del hecho de que la uva se prensa helada, a unos - 7º centígrados de temperatura. Yo no lo he probado, pero dicen que verdaderamente es un vino especial. Al parecer es un vino mas concentrado mas dulce y a la vez mas ácido, con mas aroma y sabor.
Al verlo, al ver su color recordé una escena de la novela Hannibal de Thomas Harris que no voy a relatar aquí, pero que cualquiera que haya leído la novela ubicará solo con los datos que ya he proporcionado y estuve fantaseando un rato. Después se me ocurrió escribir un post relatando mi fantasía, del cual solo ha quedado el título y esta explicación. Quizá algún día publique el relato aquí, quien sabe.

En el lenguaje de los sueños, tu casa eres tu

A veces parece que todo es seguro, que nada puede fallar. Pero cuando la bomba estalla, la casa se viene abajo y vemos que aunque pareciera solida, los cimientos eran enclenques. Otras veces podemos descubrir buenos cimientos en casas en ruinas. Al final, una vez la bomba ya ha estallado, lo único que importa es que si los cimientos eran buenos, tenemos base para reconstruir; si no, hay que empezar desde cero. Pero al final, con base o sin ella, siempre toca reconstruir aunque no sepamos como.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Ilusiones

Son las ilusiones las que nos hacen felices. No su cumplimiento. El hecho de que se cumpla lo deseado solo sirve para prosperar y no caer en la frustración. Fijaros si no, en la cantidad de gente que es infeliz teniéndolo todo. O en contrapartida, podéis observar ahora que llega la navidad, como los niños pueden pasarse semanas e incluso meses pidiendo un juguete en concreto y cuando lo reciben juegan un par de días con el y después se cansan. Eso es porque al final todo es publicidad. No solo en cuanto a los niños, cuando un adulto consigue algo, su meta real no es "eso" en concreto, sino las sensaciones que teóricamente eso debería producir. Si las produce realmente... muchas veces no. O bien las produce por un corto periodo de tiempo. Y es que casi siempre el secreto de nuestra felicidad está en nosotros mismos.