Los optimistas son mas realistas que los pesimistas.
Y yo que siempre había
creído que lo bueno
atrae a lo malo y resulta que no, que lo bueno
atrae a lo bueno. Nos engañaron.
Creímos que cuanto mas queso menos queso, porque nos ofrecieron un buen juego de palabras. Pero la
lógica es engañosa, no siempre lo que parece verdad lo es. Cuando mejor, mejor. Esa es la verdad.
Pensadlo.
Cuanta mas salud mejor aspecto físico y mejor
autoestima.
Cuanta mas
autoestima mas ligas.Cuanto mas ligas mas
autoestima.
Cuanto mas ligas mas sexo tienes.
Cuanto mas sexo tienes mejor salud y aspecto físico.
Siempre es así, cuanto mejor, mejor. Y si te dan limones, haz limonada.
Cuanto mas optimismo, mas esperanza
cuanta mas esperanza, mas esfuerzo
cuanto mas esfuerzo, mas resultados
cuantos mas resultados mejor, ¿no?
Mas es mas y los agujeros... hacen el queso mas rico.:)
Y así, mil. Y me parece que las pondré aquí para recordar.
Lo bueno se atrae, como el dinero. Como bien me hizo ver mi padre (pesimista incansable) los ricos, que no piden prestamos al banco, tampoco pagan intereses. Es decir cuanto mas dinero tienes, menos pagas. Por suerte la felicidad es igual. Cuanto mas felicidad tienes menos hace falta para hacerte feliz. Y no, yo no soy conformista. Soy aprendiz de optimista, de guerrera y de vencedora. Y ahora al escribir esto hago mis deberes. Y es una carrera
larga y dura, pero compensa.
Y es que mi padre es un señor triste con un toque de humor negro y de
corazón gigante, aunque no sepa entregarlo y no se da cuenta de que ya está tomado. Y es que el amor no se sabe, ni se decide, se siente. Así que, a
joderse se dijo. Porque solo nos queda amar y
disfrutar del amor.
Le querré siempre aunque el no sepa ni cuanto le quiero ni siquiera cuanto me quiere a mi. Es un señor de corazón ciego que se siente traicionado por una vida que le entregó familia e hijos, deseosos todos de quererle y de ser queridos. Por eso es el Señor Tristeza. Porque su corazón no ve y tan grande es que dando tumbos arrasa con todo.
El es como el gigante del jardín, que
creiendo que los niños lo
estropearían no los dejaba jugar y aún no ha descubierto que el jardín estaba vivo por ellos. El corazón como las joyas, debe guardarse entre terciopelos y mimos y entregarse al joyero para que este lo cuide. Pero si, por miedo a que se desgaste, se esconde para no salir, se oxida y ensucia y ya no parece joya. Solo el dueño tiene la
posibilidad, si al fin se da cuenta de que las joyas no son para estar en la
cámara acorazada sino que su lugar es el salón de baile, a la vista de todos, de sacarlas de la oscuridad para que vuelvan a brillar.
Y ahora estoy haciendo deberes al escribir esto.