martes, 28 de abril de 2009

dragones

dos mujeres desnudas ke recogen pintura con las manos (de fondo musica de tambores)
una roja(vida) y una negra (muerte)
forman figuras, como dragones voladores en una pared y un suelo blancos
tocan personas (a veces la negra niños, a veces la roja ancianos)
terminan abrazadas en medio del escenario, donde la pintura ke les cubre el cuerpo se mezcla, se confunde...

sábado, 25 de abril de 2009

Motius

Cadascú ha de trovar els seus motius.
El meu es la papallona blava i el so de la c trencada de cel, de cirera i de dolç.
El meu es la maduixa i la taronja, el blau del mar d'estiu i el verd de l'herba.
El son d'un nen, l'escalfor del sol a la pell.
Un batec del cor.
Les oronetes que canten l'estiu.

lunes, 20 de abril de 2009

El Laberinto

Se como es. Esa sensación. Como si nunca pudieras volver a ser feliz. Ya nada de lo que te hacía vibrar lo consigue. Empiezas a hacer las cosas peor. ¿O es que te das mas cuenta? Ya no eres capaz de reírte a carcajadas, te cuesta. De hecho, todo se ha vuelto mas pesado. No quieres levantarte por las mañanas, no puedes. Pero no estas triste. O al menos no como lo has estado siempre. No lloras, no gritas, no te enfadas. Es mas bien una especie de vacío por dentro. Nada te hace llorar pero tampoco nada puede divertirte o enamorarte. Las pasiones se han ido. Estas vacío. Te gustaría tener unas horas como antes, reírte, despreocuparte, volver a llenarte de vida. Pero no las encuentras. ¿Que fue de ellas? ¿Existieron de verdad? Algo en el fondo de tu mente te dice que deberías buscar las sensaciones de antaño otra vez. Pero no lo haces. De hecho a veces, cuando las cosas son injustas para ti, algo en tu mente te dice que te defiendas pero no lo haces. No haces muchas cosas de hecho. ¿Que sentido tendría, si no sientes placer al hacerlas?
Es un laberinto, del que cuesta tanto salir que empiezas a pensar si realmente valdrá la pena. Es un laberinto en el que no sabes si has entrado o ha crecido a tu alrededor, atrapándote. Ni siquiera sabes si es real. Es todo muy confuso. Ves fantasmas dentro, pero ellos no te sacan, no te tocan, no pueden. Piensas en que quizá alguien real aparezca, alguien que pueda sacarte. Pienso que quizá yo pueda encontrar la salida, claro que es difícil, pues no hay señales que indiquen el camino correcto. A veces, en los mejores momentos pienso que quizá tendré fuerzas para atravesar las paredes del laberinto o incluso volar hacía la oscuridad que veo al levantar la cabeza.
Se que hay salida y aunque a veces siento que no la voy a encontrar, sigo buscando.

jueves, 9 de abril de 2009

Tengo suerte

Tengo suerte. Es la verdad. Por haber nacido en el siglo XX y vivir en el siglo XXI. Con todos los beneficios que eso tiene. Desde luego no es perfecto ni mucho menos, pero se que en ninguna época pasada podría haber estado mejor. Se que puedo ser libre. Se que solo tengo que arrancar las cadenas. Se que puedo hacerlo. Pero cuesssssssstaaaaaaaa.

miércoles, 8 de abril de 2009

Estoy estancada. Y el zen no me sirve (si te subes a un mástil y no puedes bajar, ¿que haces?/dar un paso en el vacío) porque o bien no se que paso dar o no me atrevo. El vacío, aunque en ocasiones como esta sea la mejor solución sigue dando miedo. El vacío, como la oscuridad, lo desconocido... Creo que esa frase de "mas vale malo conocido que bueno por conocer" es mentira.

viernes, 3 de abril de 2009

Se llega fácilmente a un alma a través del crimen y de los vicios, pero la vulgaridad es impenetrable.Francois Mauriac.

Nuestras acciones obran sobre nosotros, tanto como nosotros obramos sobre ellas.George Eliot.

Un hombre educado es el que tiene los amores y los odios justos.Lin Yutang.

Me pone nerviosa la falta de educación. Es una de las pocas cosas que consigue de verdad molestarme. Y por mala educación no me refiero a llamar de usted a un profesor o a un anciano o cosas así, si no a gestos cotidiano, como el hablar con tonos fuera de lugar, la falta de respeto etc. La vulgaridad es, para mi, impenetrable, como dice Mauriac. No la comprendo. No comprendo que nadie se considere tan superior como para hablarle altivamente a otra persona, por ejemplo. Aun estando en un nivel de supuesta superioridad, como un jefe ante su empleado o un profesor ante un alumno. De hecho en mi cabeza no asimilo otra cosa mas que cuanto mas arriba se está mas educado se debe ser. Pero que solo siendo cortés se puede ser mejor.
Vivo rodeada de gente que no comprende mi necesidad de modales. No los culpo, muchas veces no entiendo ni yo por que me molestan tanto las faltas de respeto. De hecho incluso mis modales son muchas veces dudosos. Pero eso no evita mi enfado ante algunas acciones. Por supuesto, la mayoría de esos enfados nunca salen de mi cabeza. Me los tengo que tragar. Apretar los dientes y aguantar.


Quien no sabe mostrarse cortés, va al encuentro de los castigos de la soberbia.Fedro

miércoles, 1 de abril de 2009

Desde allí se veía el mar, dorado al atardecer y yo sentía una tristeza profunda, en lo mas hondo del corazón. Creo que aquel lugar hizo que la tristeza que siempre me ha acompañado saliera en toda su grandeza. Caían mis lágrimas pero era un llanto silencioso, mi alma lloraba. Podía oler el salitre y sentir la brisa en mis mejillas en aquel atardecer cálido. El alféizar de la ventana todavía conservaba el calor del sol. Sentí que se acercaba, aunque iba descalza. Paró detrás de mi, pero no habló. Me acarició el brazo con las yemas de la mano derecha. Me estremecí. Podía oler su perfume. Cerré los ojos y me concentré en ese aroma. Se acercó un poco más. Sentía su respiración en la nuca y su calor aunque no llegaba a tocarme. Luego se separó se giró y se alejó. Y yo, sin pensar, la seguí. Encontré su silueta tras unos velos. La atmósfera de aquella habitación era hechizante y ella era la hechicera. Y yo había caído en el embrujo sin querer siquiera resistirme.
La seguía despacio. No había prisa. No existía el tiempo. Igual que no existía el frío. En aquel lugar mágico uno no podía sentir frío, eso era solo producto de los sueños. Desde que había llegado a aquel país había sabido que era el lugar al que quería ir, aunque nunca antes hubiera estado allí. Y ahora ella era una de las razones por las que me resistía a marcharme.
Sentía la suave caricia de los velos en mi piel. Ya no pensaba. Ya no sentía ninguna tristeza. Las lágrimas se había secado en mis mejillas y mi corazón había sentido su calor cuando se acercó en la ventana. Y había latido por ella. Había dejado de existir todo lo demás.
Andaba por delante de mi con una ligera danza, como en sus bailes a la luz de la hoguera, pero de una forma mucho mas mimosa, menos lasciva.
Se paró y permaneció de espaldas a mi. Dejó caer el vestido a sus pies. Quedó totalmente desnuda. Era perfecta. Piel oscura y suave, curvas maravillosas. Quedé inmóvil. El pelo le caía sobre los hombros. Me miró, aun de espaldas, con sus ojos verdes. Me acerqué un poco más. Me tendió la mano y como un sueño yo la tomé. Me desnudó. Y desnudas, sobre una alfombra persa, en aquel viejo palacio árabe, con las últimas luces del sol, nos besamos. Y nos amamos. Sin pensar. Como si hubieramos nacido sabiendo.