miércoles, 7 de julio de 2010

La psicología en la literatura.

Leí hace ya tiempo no se donde que J.K. Rowling había padecido depresión y que los primeros bocetos de Harry Potter eran una especie de terapia.



Bien, la que firma cree firmemente que si uno quiere escribir un buen texto (sea novela o cuento, realista o fantástico) la primera norma es escribir sobre lo que uno conoce o, al menos, sobre lo que uno puede hablar con propiedad. Y por tanto, el tema termina siendo, como en casi todo el arte, uno mismo.



Digo que uno acaba escribido sobre algo de lo que puede hablar con propiedad porque creo que el arte desvela a veces facetas de uno mismo que uno desconoce o bien no reconoce como propias. Tenemos un ego, que no es otra cosa que lo que nuestra parte racional cree que somos. Pero somos mas que eso. La persona que somos va mas alla de nuesto ego, aunque nos cueste imaginarlo. Por ello, a veces resulta mas facil crear personajes, ambientes e historias fantásticas para que hablen por nosotros, para que digan lo que hay en nosostros mismos que nosotros no vemos.



Pero no nos equivoquemos y quiero dejar esto bien claro, la historia que escribimos(o el cuadro que pintamos, o la canción que componemos) no somos nosotros tampoco. Uno puede escribir que vuela, cantar que vuela, dibujar que vuela y eso no lo va a hacer volar literalmente, aunque quizá si espiritualmente. La persona puede imaginar y expresar en su arte los actos mas aberrantes (así como también los mas maravillosos) lo que no le convierte en absluto en capaz de realizarlos. Ese es otro nivel.



En fin, cuando uno escrible, aunque sea tan sutilmente como la caricia de una pluma, escribe sobre si, o sobre una parte de si. A veces parece evidente: Watson, el amigo y biografo de Sherlock Holmes era un medico- escritor, exactamente como su creador Arthur Conan Doyle. Y Rowling sintió alguna vez, a causa de su depresión, la sensación que producen los terribles Dementores tan que tan concisa y claramente describe el personaje de Ron: "fue como si nunca mas fuera a sentirme feliz".



Toda la obra de Harry Potter de hecho está, pese a su enorme entramado fantástico, provista de detalles de pavorosa humanidad. Desde seres como los ya mencionados Dementores, que te hacen sentir desanimado, infeliz, te traen los peores recuerdos de tu vida a la cabeza y pueden incluso sacarte el alma, dejandote vacio, como una botella sin contenido, personificación clara, a mi modo de ver, de la depresión o los Boggarts, criaturas sin forma definida que se esconden en lugares oscuros, a la espera de que alguien los vea, para transformarse en su peor temor. Por suerte y maravillosamente, Rowling inventó junto con estos monstruos, la forma de verncerlos. El Encantamiento Patronus (patronus= protector) que se conjura recordando los momentos felices de la vida de uno y el Ridicculo, que vence al Boggart cuando nos reímos de él.



El la misma saga también se muestran las características humanas en los personajes principales y secundarios: Hermione es tan exigente y estudiosa porque tiene una baja autoestima, lo mismo que ocurre a Ron, que siente que tras cinco hermanos casi perfectos y justo antes de la única hermana no tiene mucho que ofrecer ( ... siempre has sido el menos querido por una madre que ansiaba una niña... Y ahora el menos querido por una chica que prefiere a su amigo...)

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