viernes, 19 de junio de 2009

Relato II

Cerré los ojos y me concentré en todo lo que podía sentir. El calor del agua en mi cuerpo, el olor de las sales perfumadas en mi nariz. Una melodía suave llegó hasta mis oidos, la reconocí, era el Op. 49 N4 de Brahms: la nana. El cielo oscuro del exterior, el miedo y la tristeza se fundieron en las lágrimas que nacieron de mis ojos. En mi corazón sentí paz mientras lloraba. Alguien me amaba sinceramente ahí fuera, en medio de la tormenta.

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